Cuando el escritor se sintió más solo que la vida misma, intentó expresar todo lo que pudo de su ser en su viejo y abandonado sitio web. Escribiendo, sin saber, su retiro al mundo de las invenciones. Quejándose de todo cuanto pudo, intentando ser honesto con los pocos lectores que seguían visitándolo. Al terminar de redactar esa bomba sentimental que denominó “Problemas Existenciales”, hizo clic en la opción de publicar, mientras sollozaba en silencio. Comprendió que nadie lo comprendería nunca, supo que encontrar a alguien como él, que lo acompañara a su incierta travesía a las respuestas, sería imposible. Decidió, apretando los puños, emprender el vuelo solo.
Y así fue como el noble hombre buscó nuevas rutas para facilitar su destino, conociendo gente impresionante, dejando a buenos compañeros en el camino pero guardando siempre, en su alma, el mejor recuerdo de todos ellos. Una sonrisa, un chiste, un beso, una caminata, una pelea, un grito o una despedida muy emotiva. Al final, encontró las respuestas a todo lo que buscaba, sin embargo, no se sintió satisfecho. Siempre siguió adelante, buscando más por entender, intentando encontrar un nuevo hogar, un lugar donde pudiera ser él mismo sin preocuparse de todo lo demás. Alguna vez habló con una vieja maestra, hizo tantas preguntas como pudo, pero ella sólo respondió a una. “Lo que quieres lo has encontrado ya sin darte cuenta. Mira hacia atrás y ve todo lo bueno que has hecho, todos los recuerdos que has vivido. La respuesta siempre ha estado contigo y no la has querido ver”. Pensó las suficientes noches en esas palabras, mas nunca logró solucionar el acertijo. No fue hasta que, sabiéndolo todo y aún así no sentirse en su mundo, emprendió camino de regreso a los miles de sitios que visitó. Siendo, casi siempre, recibido por sus viejos amigos con los brazos abiertos. Se enteró de lo mucho que lo extrañaban, conoció gente que lo admiraba y supo que la mujer en la que alguna vez llegó a pensar con absoluta frecuencia, había encontrado ya el amor verdadero. El retorno duró bastante tiempo, dejó de preocuparse en la búsqueda del lugar al que pertenecía y comenzó a formar parte de diferentes tierras. Y fue, llegando al último punto de su segundo viaje, cuando verdaderamente entendió todo. Terminó donde su historia comenzó, sentado, frente a su viaje máquina. Su maestra siempre tuvo la razón, el hogar que él buscaba se encontró todo este tiempo dentro de sí mismo. Recordando lo que vivió y presionando, con una enorme sonrisa y una emoción incomparable, las letras de su teclado. El escritor volvió a escribir. Volvió a casa.
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