18 de julio de 2016

¿ÁGUILA REAL O CALVA?



Me gustaría aprovechar este espacio para emitir un pensamiento que ha rondado mi cabeza en los últimos meses, y que si eres mexicano seguramente te interesará conocer para hacer tus propias conclusiones. Se trata de la identidad nacional y la influencia norteamericana en el mexicano.

Yo me pregunto, ¿verdaderamente somos tan mexicanos en el día a día como cuando vitoreamos un gol de Javier Hernández con la selección? Yo creo que no, y hay muchos ejemplos que lo demuestran. Un gran amigo me mencionó al respecto que los mexicanos no vitoreamos de igual manera el hecho de que uno de los nuestros gane medallas en un ámbito académico como las matemáticas, ni disfrutamos de entonar el bello himno nacional un lunes por la mañana, a diferencia de otras culturas que lo entonan con fervor cada vez que se presenta la ocasión, y tampoco nos hace arder tanto el hecho de que mueran 43 estudiantes a mano de nuestros representantes, como que seamos eliminados de la Copa América.

La crítica no va dirigida al fútbol ni al gusto por éste (al contrario, creo que es de las pocas cosas rescatables en este país), sino a cada una de las acciones que como conjunto y como individuos nos hacen culpables de la decadencia cultural que vivimos.

Creo que el origen de esta falta de ‘’amor patrio’’ que planteo, es la falta de identidad nacional que padecemos los mexicanos a causa de toda nuestra historia como pueblo. Un pueblo que decidió identificarse con la cultura ibérica más que con la cultura masacrada y denigrada durante siglos (o como nos gusta llamarla ‘’pinches indios’’) que ocupó nuestra patria primero, un pueblo que enaltece falsos héroes que actuaron por fines propios y no patrióticos, un pueblo que busca en Austria el apoyo gubernamental que no encuentra en su interior, un pueblo que busca el ‘’sueño francés’’ a pesar de tener una economía estable en el momento, un norte del país que sin molestia alguna pinta frontera con los suyos (no sólo en la época de Santa Anna). Si revisamos nuestros libros de historia veremos que la lista sigue. Octavio Paz dice: ‘’El hombre, me parece, no está en la historia: es historia’’[1].

Samuel Ramos, influido por la psicología de los pueblos o Volkerpsychology, menciona como característica del mexicano su complejo de inferioridad debido a su inclinación a imitar elementos de culturas extranjeras,[2] situación que vivimos desde nuestro origen y que actualmente podemos notar en el impacto de la cultura norteamericana que padecemos.

Por su parte, Octavio Paz intercambia el concepto inferioridad por soledad y con él engloba toda la condición del mexicano frente a la cultura norteamericana, ya que ‘’ […] somos, de verdad, distintos. Y, de verdad, estamos solos’’[3].  Dicha soledad la ejemplifica con el ‘’extremo’’ del mexicano solitario: los pochos; grupo de mexicanos, residentes en E.U., que niegan sus raíces y que aparentemente niegan también la cultura norteamericana, pero que reflejan en su actos su deseo por pertenecer a dicha cultura para abandonar el limbo. Muestra de la falta de identidad que padecemos, que creo ha aumentado considerablemente en 50 años.

Los dos autores mencionados y demás intelectuales de la época consideraban que el lenguaje es una parte fundamental para la identidad de un pueblo y el ser de un individuo. Así que pongámonos a pensar en el llamado ‘’Espanglish’’, dialecto utilizado en su mayoría por las clases medias y altas mexicanas o por residentes estadounidenses de raíces latinas. Muestra de la indudable influencia que tienen sobre nosotros y que estamos llevando al extremo, por ejemplo al escribir sin los signos de exclamación e interrogación que van al principio de una oración, aún en situaciones que ameritan formalidad (situación que lamentablemente he visto). El sometimiento al que estamos expuestos como cultura es notorio en el hecho de que no existe un ‘’Englañol’’, ya que cuando ellos llegan a hablar en español es por burla, lo cual es visible en las películas de Hollywood y en discursos de ciertos políticos que conocemos.

Parecerá una exageración llamarlo sometimiento, pero es real. Como prueba mostraré un párrafo escrito por Richard Lansing, Secretario de Estado del gobierno de E.U. en 1924: ‘’México es un país extraordinario, fácil de dominar, porque basta controlar a un solo hombre: el presidente de la República. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia a un ciudadano americano, ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo, debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y finalmente se adueñarán de la presidencia. Entonces, sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros’’[4].

Analicemos: Carlos Salinas de Gortari obtuvo una maestría en Administración Publica en Harvard, Ernesto Zedillo obtuvo un doctorado en Ciencias Económicas por la Universidad de Yale, Felipe Calderón obtuvo una maestría de Administración Pública en Harvard, Jorge Castañeda Gutman estudió la licenciatura en Economía de Princeton University, José Antonio Meade estudió un doctorado en Economía de la Universidad de Yale y la lista sigue. Otro punto importante a considerar en la política es el número de iniciados en la logia Yorkina que han desempeñado cargos públicos desde Benito Juárez hasta dirigentes en nuestra actualidad.

Más allá de una teoría conspirativa sin fundamentos como las que se encuentran al por mayor en internet, lo que quiero mostrar es el daño que nos estamos haciendo por esta falta de identidad nacional y advertir sobre las repercusiones que son visibles en nuestra economía y cultura desde hace años.
     
Por último, invito al lector a abrir los ojos para que observe la belleza de la tierra en la que nació y para que aprecie los errores y aciertos que como conjunto hemos cometido y seguimos cometiendo, para así abandonar el limbo y caer del lado correcto.

‘’Nos emborrachamos para confesarnos; ellos para olvidarse’’[5].

[1] Octavio Paz, 1950. El laberinto de la soledad.  Ed. Cuadernos Americanos.
[2] Samuel Ramos, 1934. El perfil del hombre y la cultura en México. Ed. Planeta mexicana, S.A. de C.V.
[3] Octavio Paz, 1950. Op. cit.
[4] Periódico La Jornada, sección Rayuela. Viernes 22 de marzo de 2002, México.
[5] Octavio Paz, 1950. Op. cit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

< >