3 de agosto de 2015

NO HACE FALTA IR A MACONDO PARA SENTIR CIEN AÑOS DE SOLEDAD





Todos llevamos un Macondo dentro, su esencia no es la de un lugar específico del mundo, es un lugar entrañable, existente en cada uno de nosotros, habitado por nuestra memoria y alimentado de recuerdos.



Nosotros les damos a las personas el poder de causarnos ciertos efectos, así como a varios nos pasa, yo le di mucho poder a este gran cabrón.



Dudo haber hecho las cosas mal, me gusta tener la razón y me duele aceptar derrotas.

¿Qué hago si ya estoy reconstruida? Estoy lista, no me da miedo abrirme contigo, me gusta mostrarte mi lado vulnerable, no tengo necesidad de ser alguien más, me dejas el alma vibrando.

A las personas les da miedo que me muestre tanto, que sea tan intensa, les extraña que me exponga a ser destrozada, a que me rompan el alma, la vida es un suspiro y si no es ahora… ¿cuándo lo vamos a hacer?

Quiero de una manera tan apasionada que han llegado a ser incontables las veces que le he dicho al corazón que disimule su tristeza. No me confundan con un trastorno límite y mucho menos con uno dependiente, no soy como ustedes, soy valiente, no me da miedo entregarme, no me gusta lo fácil.

Y aunque esto es lo que siento, me gustaría entender que a veces lo que quiero puede no ser lo mejor para mí, probablemente me faltan lugares por conocer, músicas por disfrutar y más libros que comentar, pero pareces haber sido bordado con mi alma.

¿Qué puedo hacer?

A pesar de que me encanta tu voz y podría escuchar cientos de veces los versos que dices, sé que las acciones son las que valen y las tuyas no concuerdan.

Me gustaría gritarte: “Cobarde, hijo de la chingada, estoy tan cansada de sentirte, de pensarte, de quererte, eres aquel hombre que me roba la paciencia, que me quita el sueño”, en cambio, prefiero desgarrar mi alma en papel que darte el placer de que veas cuanto me importas.

No vives con mi misma intensidad, no quiero arrastrarte ni aceptar migajas, no eres suficiente; quiero todo, nada a medias. Me haces sentir cien años de soledad al quererte tanto, al importarme demasiado, eres el rey de las incertidumbres y tu mayor cualidad es brillar con tu ausencia.

¿Realmente vales que te escriba tanto?

Lo mejor sería acabar con este desorden, bien me haría.



No estoy lista.


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