12 de mayo de 2015

SÓLO SOY UNA OBSERVADORA



Yo estaba presente aquella tarde cuando recibió la llamada, apenas y lo podía creer, su expresión lo decía todo.

Es interesante cuando el amor y la muerte se combinan. Disculpen si mis palabras suenan muy frías, yo no sé de esto, tan sólo soy una observadora.


Aquella tarde de invierno se encontraba tratando de localizarlo para asistir a una reunión por la noche, llamó a todas partes, mandó mensajes a todos lados, no obtenía respuesta. Con un poco de molestia recibió una llamada inesperada, era el mejor amigo de su novio.

¿Qué pasa?

Es sobre Alejandro.

¿Qué pasa con él?

No hubo respuesta.


Vamos, dime ya.

Me habló su mamá… y…

Apenas pudo completar la frase, las palabras no podían seguir fluyendo.

El reposet del cuarto de su madre fue quien la sostuvo al intentar asumir lo que había ocurrido. El tiempo se detuvo por un par de minutos, ninguna lágrima brotó, ninguna palabra fue emitida, ningún movimiento fue realizado hasta que su madre se paró en la puerta y preguntó qué estaba pasando.

Ella no podía creerlo, jamás había tenido que manejar una situación de tal magnitud, le expresó un par de palabras, su madre trató de hacer una conexión entre ellas y comprendió lo que había ocurrido. En ese momento ella se desmoronó y las lágrimas comenzaron a fluir sin intención de ser controladas.

No planeaba ir al funeral hasta el día siguiente, aún no se sentía preparada. Su mamá la llevó aquella noche, se encontró con un par de amigos, muchos conocidos, pero no emitía ninguna palabra, no lloraba, no sentía nada. Lo único que le venía a la mente era el recuerdo del último momento en que lo vio, el último momento que estuvo en sus brazos, la última vez que le dijo te quiero, jamás imaginó que sería la última vez que lo viera con vida.

Le pidieron que dijera algo, las palabras no salían, no quería pensar en ello, el dolor era demasiado para asimilarlo en tan sólo un par de horas. Le preguntaron si se encontraba bien, ella contestaba que sí. ¿Realmente lo estaba?

Recuerdo que ella fue de las primeras en entrar a la sala, se acercó temblando, nadie supo con qué fuerzas llegó a pararse frente al cuerpo, su expresión reflejaba el dolor. ¿Cómo es que una persona puede llegar a llorar tanto? ¿Cómo se puede sentir tanto dolor?

No aguantó estar un minuto más en aquél lugar, salió corriendo a la calle y subió al coche, no quería hablar con nadie, no quería que nadie le dijera nada. Se preguntaba: “¿Qué derecho tienen a decirme algo que ellos no sienten?”.

Sólo quería llorar…

Aquella noche fue el inicio de una interminable tristeza, de largos meses llorando a diario, pensando en cómo quitarse la vida, tratando de encontrar algún motivo para seguir.


¿Cómo es esto posible si una parte de ti está muerta?

Pero como mencioné con anterioridad, sólo soy una observadora.

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