7 de septiembre de 2015

7 DE MAYO DE NUESTRO PRESENTE



La realización de éste artículo no hubiera sido posible sin la ayuda y colaboración de Emmanuel de León, a quien agradezco profundamente por su valioso tiempo y exquisito aporte de ideas.

NOTA: Para entender a fondo este diagnóstico, usted tiene que abrir su mente y borrar por un instante todas aquellas estructuras contenidas en una narración convencional, donde existen personajes definidos, narradores establecidos, tiempos y espacios concretos, deje a su imaginación armar este texto como más le sea grato.

Oficialmente declarado mi siguiente diagnóstico:
Dx. Trastorno límite con rasgos dependientes y narcisistas.

Aquí estoy, sentada en la misma terraza del mismo bar. Hay canciones, como Luna de Zoé, que están de fondo y son imposibles de ser escuchadas sin escucharte a ti, y es que así te vas, me cierras el mundo, me lo dejas repleto de ti que cualquier otro que llegue a enseñármelo con otros ojos me deja insatisfecha, no consigo recuperarme.


Me haces tanto bien –digo con la voz entrecortada- no te merezco, eres demasiado, te quiero, me llenas a ratos, sin embargo, mi mente está en otro lado, mi alma vibra por alguien más. No quiero aceptar esta imposibilidad de no poder dejar de amarlo así.

Quiero amarte, entregarme a ti, deseo reflejarme en tus ojos. Ayúdame a olvidarlo, Leonardo, ayúdame a sacarlo de mis entrañas, arráncamelo del pensamiento. Estoy exhausta.



El amor no muere, no desde mi punto de vista, sólo se transforma, no se puede dejar de amar, no es que terminemos, te vea y ya no sienta nada, no es posible, siempre está el sentimiento, sólo se presenta diferente.

Para fines prácticos de entender:

No sé cómo se puede dejar de amar a alguien.


Quedamos en vernos pero sólo será un momento, una mirada, un suspiro, lo mejor hubiera sido no aceptar, no soporto un encuentro tan breve; espero y observo a mi alrededor, ¿no es gracioso que cuando alguien te quema la razón lo buscas en cualquier lugar? Te busco entre los presentes, en todos lados quiero encontrarte.


Acostada en mi cama, con la espalda descubierta, observando cada partícula que la compone, contemplando a la mujer que se rehúsa a abrirme paso a su corazón, la que hace que me pregunte si he sentido anteriormente, porque no creo en el amor de una vida, sólo en lo que siento cuando la tengo cerca, cuando sale a mitad de un pensamiento y precisamente ahora, más que nunca pues está frente a mí, al tiempo que escucho su lejana voz perteneciente a alguien más leer “Vuelo de noche” de Jaime Sabines.


- Nada de lo que espero pasa contigo, nunca he sabido qué pasa por tu mente llena de misterio y anarquía, mantengo la esperanza de descolgar el teléfono y conectarnos en los mismos ciclos por segundo al tiempo que se afinan nuestros corazones en completa armonía, me haces vivir en una enfermedad permanente de la que no deseo aliviarme.


Las acciones poéticas gritan en silencio, siendo siempre una fascinación encontrarnos, placer de mi vida, mas no tengo derecho sobre ti, me pregunto si puedo quererte, no sé cómo se maneja a alguien como tú. No me des importancia.
Ven y quédate a dormir ésta noche, no tiene porqué ser tan efímero el encuentro.


El rey de las incertidumbres, pasan las horas, él duerme y yo espero el alba que está por llegar, envuelta en una sábana contemplo la ciudad a la espera de que me dé una respuesta, la que ya he conseguido con el pasar del tiempo, aquella que he escuchado sin interrupciones, la negación que me llevó a tal diagnóstico se presenta invariablemente. ¿Cómo te arranco de mis entrañas, Alejandro?

Grítame, no aceptes realidades tan crudas, no me dejes partir con indecisiones, no seas cobarde; me encantan tus enfados por la lluvia, te van muy bien, fascinada con tu vida llena de literatura estoy, quiero escuchar tus palabras llenas del don de la elocuencia por el resto de mis días, ya no quiero caer en cuentos que no acaban, no me dejes escapar de entre tus brazos, fuertes como lágrimas y suaves como cuchillos que te desangran hasta vivir.


Lo veo cantar y permanezco en silencio, aquí quiero quedarme, me llena de gozo verle, inundada de felicidad se encuentra mi alma cuando sé, porque quiero sentir el placer de decir que lo conozco, que lo hace por mí, desconozco su finalidad, sin embargo, el sentimiento es extraordinario.


- No puedo esperar, lanza una moneda. ¡Maldita sea! ¿Quién carajo me creo? Decide rápido y sin titubear. Lamento no tener el poder de hacerte deliberar de una vez por todas. La manera en que el mar se rehúsa a dejar de besar la costa, sin importar cuantas veces tenga que regresar, es nuestra historia. No existen silencios, sólo besos dados con la mirada. Decide ahogada en la sangre del cuello que clavó tu garganta, decide por lo que sientes cuando besas mi nombre, no olvides cada instante.


No esperes nada, me dicen todos,  se me hace costumbre que me llenes de palabras vacías y promesas sin cumplir. Estoy decidida, voy a arrancarte de aquí, ya no te quiero pensar más, de ahora en adelante no quiero esperarte, sólo pierdo el tiempo y dejo escapar a alguien importante.

Ya no destruyas mi ser, no me uses como rehabilitación ante tu despecho, desaparece y no vuelvas como acostumbras, a fin de cuentas todo vuelve a ti, como las 7pm y tu elección egoísta y soberbia de alejarte determina innecesario ir a Macondo para sentir cien años de soledad.

Te has ido, desde hace tiempo, nunca estuviste realmente, ya no serás parte de mí, me tengo que resignar a ello, fuiste sólo un pasaje efímero, y por más que quiera seguir persiguiéndote, ya no volverás otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

< >