21 de septiembre de 2015

CRÓNICAS DE UNA ESTUDIANTE DE MEDICINA



Es el 14 de Septiembre del año presente y desconozco el motivo por el cual empezó éste desastre.

Para dar una breve introducción y sea más sencillo entender, comenzaré por decir que terminé la preparatoria a mediados de mayo, el acontecimiento trajo consigo absoluta libertad. Los siguientes cuatro meses corrieron con una velocidad considerable, nada estaba planeado, no tenía idea alguna de lo que pasaría, fueron meses navegando en un barco de incertidumbres, ampliando mis panoramas, escribiendo sin objeción, leyendo literatura a más no poder, viendo buen cine y un par de series, viajando sin preocuparme por volver, bailando a mi libre albedrío y creciendo en todos los aspectos. Es bueno mencionar el hecho de que nunca me había encontrado en una situación así, usualmente me gusta tener las cosas bajo control y esta vez me encontraba viviendo al día y sin ninguna situación de tipo escolar.

Verdaderamente me entusiasmaba el hecho de tomar un año o un semestre y seguir creciendo intelectualmente, obviamente esta idea era algo totalmente descabellado para la creadora de mis días.

Finalmente Agosto se hizo presente y ese futuro tan poco claro y lleno de incógnitas llegó a su fin. El día nueve del mes mencionado a las tres de la madrugada pude apreciar que me había quedado en la escuela de medicina. ¡Qué sorpresa! Para este momento y a esas horas, mi cerebro no lo proceso de una manera clara y fue hasta seis horas después que me encontraba llena de sentimientos encontrados, puesto que todos aquellos sueños presentes tanto tiempo estaban por comenzar a hacerse realidad y ese “quiero estudiar medicina” se convertía en un “ya soy estudiante de medicina”, por otro lado, todas aquellas actividades artísticas de las cuales disfruto y todos aquellos momentos atiborrados de autonomía compartidos con mi familia y amigos se iban alejando lentamente.


Como ya tendrán una pequeña idea “medicina es una carrera de muchos sacrificios” y para no perder la bella costumbre, esa frase fue concebida por varias voces al momento de compartir la noticia; una en especial, la de mi tío que es cirujano vino complementada con:

“No sabes en lo que te estás metiendo, quítate el segundo apellido porque de ahora en adelante será una vida llena de estudio y poca o nula fiesta”

Otro comentario sumamente valioso y que probablemente quedará grabado en mi memoria fue el de cierta doctora con el siguiente contenido:

“Cuando todos estén de fiesta y vacaciones tu tendrás guardias, tendrás pacientes, toda la vida será una profesión sacrificada y muchas veces sin horarios, en la que mucho hay que estudiar, en algunas ocasiones llega a ser militarizado y hay que aguantar, si te gusta y te apasiona no lo sentirás de esa manera terrible y serás feliz”

Y vaya que tenía conocimiento de ello, sin embargo, no sabía que esos sacrificios llegarían tan rápido…

Había cierto acontecimiento familiar que había sido planeado desde hace tiempo atrás, para poder entrar a medicina debía tomar un curso inductivo, el cual afectaba completamente el plan mencionado, traté de hacer todo lo humanamente posible, a fin de cuentas me tuve que quedar al curso e integrarme después.
Por cosas curiosas en las que el destino se proyecta y hace de las suyas, llegué sumamente agotada a iniciar mi semestre, por cierto, sólo llevo tres materias, al parecer son suficientes para estar en chinga.

La primera semana corrió de una manera violenta, debemos tomar en cuenta que habían pasado cuatro meses de una vida libre, dos semanas previas de pura fiesta con cansancio acumulado, un bombardeo de información, horarios establecidos y una escuela absolutamente llena de cosas nuevas, todo eso trajo consigo un mar de lágrimas acompañado de querer tirar todo a la basura en tan sólo cuatro días, no obstante, a veces surgen buenas ideas y una de ellas fue pegar en un lugar que veo a diario los motivos por los cuales decidí dejar aquella zona de confort y aventurarme en ésta loca idea de estudiar medicina. Sé que suena sumamente “motivación personal” ¿Qué quieren? No es fácil…

Llegó el tan esperado fin de semana y entre familia, amigos y descanso, mi cuerpo y mente se reconstruyeron y estuve completamente lista y con mucha energía para empezar la segunda semana con una visión muy diferente y más feliz.

¡Bienvenida a la vida masoquista!

No en realidad, es curioso cómo la vida cambia y cómo creces gracias a la gente que te rodea y conforme te vas enfrentando a cosas nuevas, claro que iniciar algo nuevo es completamente aterrador, no me sentía preparada aunque ¿Quién se siente listo para crecer?, sería bueno mencionar que mi añorada preparatoria me dejó bien preparada para la vida médica (llevo sólo un mes, pero me emociona decirlo), pues mientras otros no duermen leyendo páginas y páginas de anatomía, puedo presumir que he dormido al menos seis horas diarias y no me va nada mal en mis exámenes diarios.

A pesar de que existen unas ganas latentes de querer dejarlo todo, ya que no es sencillo, no digo que sea imposible, tampoco que el esfuerzo sea superior a otras carreras, pues todas tienen su grado de dificultad, hay mucho que memorizar y sinceramente, como a muchos nos pasa, dejar la zona de comodidad es trágico, queremos evitar esfuerzos y hacer sacrificios, éste es el momento ideal para mencionar a mi madre con su frase: “Las cosas que valen la pena cuestan mucho esfuerzo”, (gracias, mamá), es duro pensar en los siguientes siete años viviendo de ésta manera, otros años de especialidad y algunos más de subespecialidad… Parece ser conveniente vivir pensando en el presente y un futuro inmediato, con un par de metas a largo plazo y dejarse llevar, o al menos para que la vida no se haga tan perturbadora.


No todo es tan malo, me encanta lo que veo, lo que aprendo, lo que leo y me enamoro cada día un poco más de lo que hago, algunos días salgo diciendo que si así serán todos los días estoy dispuesta a dedicarle mi vida, afortunadamente he podido continuar escribiendo, leyendo, viendo películas/series, pasando tiempo con mi familia, mis amigos y aunque en ocasiones de todas esas actividades debo elegir sólo una, debido a los tiempos y que la mayor parte de mis fines de semana se consumen en una soledad por estudiar, me siento bien porque hasta cierto punto y de alguna manera he podido equilibrar todo aquello que me llena de pura vida y felicidad.

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