Vivimos en un país en donde la sociedad no cree en sus instituciones gubernamentales. La corrupción, la impunidad, la ineficiencia, entre otras cosas, han causado un hartazgo de la ciudadanía hacia la clase política, al gobierno e incluso hacia la democracia. La confianza en estas instituciones, necesaria para un correcto funcionamiento de la democracia, se ha visto considerablemente diezmada.
Sin embargo, en este contexto, existen instituciones que gozan de confianza plena. De confianza por parte de la ciudadanía y de analistas y expertos en la materia. Instituciones públicas que se han ganado esta confianza con base en el trabajo eficaz así como una información veraz, transparente y manejadas por técnicos en la materia.
La primera que hay que mencionar, de manera obligada, es el INEGI. Estas semanas el Instituto ha estado muy presente en la opinión pública debido al relevo en la presidencia de éste, que deja un espacio en la junta de gobierno. Comentócratas, IP y ONGs han sido muy enfáticas en que el relevo –en la junta, que no necesariamente será el próximo presidente- debía ser alguien, además de experto en materia, que no fuera cercano al presidente y su círculo, para conservar la autonomía de dicho instituto. Esto, porque los datos y cifras que presenta el INEGI son de suma importancia para el entendimiento de la economía, la seguridad pública, preferencias, etc. del país. El maestro Eduardo Sojo, se dice por todos lados, hizo un gran trabajo al frente del Instituto; buen trabajo que se desea continuar con la publicación de cifras veraces, reveladoras, atinadas y completas, aunque éstas no sean del total agrado del gobierno.
La frase “… y no lo digo yo, lo dice el INEGI” o “con cifras del INEGI”, llena tus argumentos de credibilidad y aceptación, esto gracias a esa confianza. Una “mina de oro” lo llamó el Dr. Santiago Levy. La Presidencia de la República ya propuso a Julio Santaella –que viene de Banxico- para el puesto, quien parece tener las credenciales y la credibilidad necesaria. Habrá que ver si el nuevo presidente y la junta de gobierno continúan el buen trabajo, que solo nos puede beneficiar a todos.
El Banco de México es otra de las instituciones que mantiene la confianza. Banxico tiene en sus filas a muchos de los más brillantes expertos en economía, política monetaria y finanzas del país. Se llegan a cuestionar algunas políticas utilizadas por el banco central, como las subastas de dólares, si éstas han sido realmente eficaces. Pero prácticamente nadie duda de la integridad y la capacidad del órgano.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) es otro de la lista. El CONEVAL trabaja todo el año, pero se vuelve especialmente mediático cada dos años, cuando saca su análisis de la pobreza en México –con datos de la ENIGH, del INEGI. Los resultados de este análisis dicen muchísimo sobre cómo está México en pobreza. Éste ha sido criticado por el mismo gobierno federal, debido a que pone parámetros de hasta dónde se es pobre -por así decirlo- más altos que en otros países, lo que obviamente aumenta el número pobres. El resultado del último análisis, seguramente, le costó el puesto a Rosario Robles.
A la lista creo que pueden entrar instituciones como la Cofece quien ha multado y opinado contra pesos pesados como Pemex, Alsea y hasta el GDF; sin embargo, le falta impacto mediático. Me encantaría incluir en la lista al INE, en cuya organización de las elecciones confío plenamente, sin embargo, no es el caso de la totalidad o la mayoría de la población. Otro es la CNH que labora con una destacable transparencia y técnica, pero que trabaja con algo muy polémico como lo son los hidrocarburos.
Existe un común denominador entre todas las instituciones mencionadas: son autónomas. Todas lideradas por expertos en la materia y no cuates o cuotas partidistas. Es preocupante que de ninguna dependencia directa del ejecutivo –al menos de las de gran envergadura e impacto mediático- o alguno de los otros poderes, legislativo y judicial, se pueda decir lo mismo. ¿Será que la respuesta para lograr un eficiente trabajo de la administración pública sea darle autonomía técnica a la mayor cantidad de órganos y comisiones posibles? Ojalá no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario