15 de junio de 2015

AMLO Y SUS INCONGRUENCIAS



Andres Manuel López Obrador es uno de los políticos más emblemáticos, populares, controvertidos, amados y odiados de México. No coincido con él en casi ninguno de sus ideales, pero por supuesto se respetan sus opiniones y la indudable convicción que tiene con éstos.

Sin embargo, López Obrador es muy inconsistente e incongruente.




Por ejemplo, hace unas semanas, en Jiutepec, tuvo la audacia de decir lo siguiente: “Al triunfo de nuestro movimiento vamos a dejar la constitución como estaba, como la escribieron los constituyentes en 1917, se va a volver al Artículo Tercero como estaba originalmente –un escueto artículo de 10 líneas-, al artículo 27, al artículo 123…”

Curioso que mencione el Artículo 27, ya que éste dice textual que “La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual, ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada.

“…El dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible, y sólo podrán hacerse concesiones por el Gobierno Federal a los particulares o sociedades civiles o comerciales constituidas conforme a las leyes mexicanas”

Esto es mucho más profundo que la Reforma Energética a la que AMLO ha atacado y criticado fuertemente al grado de mandar cercar el Senado para que ésta no se discuta. Yo tengo otra postura que la de López Obrador y como se mencionó al principio se respeta la opinión de cada quien, lo que sí es que hay que informarse tantito antes de andar haciendo declaraciones como éstas.

Pablo Hiriart lo resume a una disyuntiva muy clara, “AMLO, ignorante o neoliberal”.

Pero el tema de la Constitución de 1917 no se acaba ahí. Además de las muchas cosas que simplemente resultan anticuadas o no actualizadas a nuestros días, por obvias razones, hay más incongruencias.

 La Constitución de 1917 no toca varios temas trascendentales como la equidad de género, no reconoce a los pueblos indígenas, que de dientes para fuera AMLO ha apoyado –hasta dirigió una A.C. que apoya los indígenas en Tabasco-, pero con sus declaraciones señala otra cosa. Una constitución que plantea la pena de muerte hasta por plagio. Un texto que no reconoce autonomía para instituciones clave como el Banco de México o el INE –que si autónomo, AMLO dice que “Al diablo con sus instituciones”, imagínese una autoridad electoral controlada por el Gobierno Federal-. Un escrito en el que el Distrito Federal no tenía las condiciones similares a las de Entidad Federativa, porque, ¿qué hubiera sido de Andrés Manuel si el encargado del Departamento del Distrito Federal lo siguiera poniendo el Presidente? No hubiera hecho del D.F. su principal bastión. Una constitución poco contundente contra la corrupción que AMLO tanto ha criticado.

AMLO se ha dicho admirador de Carranza –aunque no parece conocer mucho su obra-. También se ha proclamado seguidor de Eulalio Gutiérrez y Benito Juárez, al grado de decir "Quiero llegar a hacer lo que hizo Benito Juárez". Curioso que estos dos personajes  no llegaron a la presidencia por la vía de la democracia.

En el evento en Jiutepec antes mencionado, AMLO también criticó el sistema de cómo se eligen los ministros de la Suprema Corte, a propósito de la designación de Eduardo Medina Mora. “…que el pueblo los elija (a los ministros), que haya democracia y no la cúpula, ya se hacía eso en la historia, se elegía a los integrantes del Poder Judicial”. Hay varias cuestiones respecto a esta propuesta. En principio, cabe señalar que en la Constitución de 1917, no viene nada de elegir a los ministros, pero bueno. Encuentro muy contradictorio esto ya que si se hace lo que el tabasqueño propone, el Poder Judicial se vería inmerso en una politización que no le conviene. El Judicial se ha mantenido relativamente al margen de las críticas hacia la clase política, pero si se eligen mediante el sufragio de toda la gente -además de lo poco atractiva que resultaría esta elección y por consiguiente un alto abstencionismo- se incrementaría el gasto electoral, ya muy alto, porque los candidatos -que habría que saber quién va a postular, porque bajo el argumento de AMLO no podrían ser los partidos- tendrán que hacer campaña y vendría esta politización que podría disminuir la confianza, ya diezmada, que se tiene en los jueces.

El eje rector de la campaña de Morena era el combate a la corrupción, curioso con acontecimientos como cuando su Secretario de Finanzas en el GDF, fue procesado por Lavado de Dinero y Fraude, el ya famoso caso de Bejarano u otros casos “sospechosos” como las cosas que viste y usa su hijo, el inflado salario a su chofer, entre otros.

En el año 2000, Andrés Manuel, en un debate con el Jefe Diego, dijo: “Yo no tengo ambición ni del dinero ni del poder”. Resulta paradójico si vemos que ha participado en dos elecciones presidenciales, desplazando a otros candidatos viables como Marcelo Ebrard, negando sus derrotas, nombrándose presidente legítimo y después de perder en 2012, al ver que ya no había cabida para otra candidatura presidencial en el PRD, fundó su partido con el único propósito de llegar a 2018.

Partido que en sus spots sólo se dedicó a criticar el sistema, la “mafia del poder”, los excesos y a promover la figura de López Obrador porque “AMLO es Morena”, y no decir una sola propuesta en este tiempo al aire.

AMLO queda como alguien a quien ya le empieza a ganar esa ambición, esa necesidad de llegar a los Pinos, y con tal de lograrlo seguirá dando sus discursos demagógicos, populistas y vanos. 

@CarlosAburtoC

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