¿Y las promesas que hiciste? Yo no veo que hagas algo por cumplirlas, Juan. Ya pasaron más de tres meses desde que me dijiste que ibas a arreglar el foco y mira cómo está, anoche intenté prenderlo y casi me explota. Ya las de amor déjalas a un lado, esas tú sabes si las cumples. Yo lo que no quiero es que me andes diciendo que vas a componer el refri y la comida se nos siga echando a perder.
Juan, ¿por qué llegas tan tarde? Llevo esperándote con la cena desde hace 40 minutos, ya se te enfrió. Ahora tú te la calientas, yo ya tengo sueño.
¿Dónde están mis aretes, Juan? Se me hace que la de la limpieza se los robó, la otra vez chuleó mi vestido y me dijo que combinaba con las arracadas.
¿Que a dónde fui? Juan, yo no tengo ganas de discutir, salí con unas amigas a una fiesta. Me la paso todos los días aquí, una salidita no hace mal.
Lo he estado pensando, Juan, y en esta cama ya no cabemos, mira cómo has engordado, eso de comer en la calle no te hace nada bien. ¿Por qué no te pasas al otro cuarto?
Juan, el viernes tengo otra fiesta, ¿podemos cenar con tus papás otro día? De todos modos le caigo mal a tu mamá.
Perdón por llamarte tan tarde, Juan, no sé dónde estoy. ¿Puedes venir a buscarme?
Es lunes, tengo que irme en metro al trabajo, debo trabajar doble turno y encima de todo mi jefe hoy hace evaluación de personal. ¿Crees poder pasar por mí a las 10?
Juan, te estuve esperando una hora, ¿Por qué se te hizo tarde? ¿Por qué estás con ella, Juan? ¿Por qué eres tan descarado, Juan? ¿Por qué no cumples tus promesas, Juan?
Imagen tomada de Boglio
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