A
diferencia nuestra, que creemos en el libre albedrío, los estadounidenses piensan
que Dios ya tiene un plan para cada uno de nosotros y lo único que tienen que
hacer es esperar el calling –llamado– y responderlo.
Nuestra
contradicción viene cuando creyendo en éste, se nos presenta un problema y nos
vamos a refugiar en el Padre –sólo buscándolo cuando los problemas nos acechan
y olvidándolo cuando la calma está presente–, mientras que nuestro vecino –aún
creyendo en el destino manifiesto– por medio del trabajo, lo resuelve.
De
igual manera, nuestro vecino acepta su religión, tanto así que lo demuestra en
cada discurso o toma de poder. A diferencia nuestra, que siendo un país
mayormente católico, nos hacemos llamar laicos; aún cuando mantenemos estrechas
relaciones con el Papado y se cierran calles y avenidas en días de festividades católicas, cosa que no debería pasar por ley.
Entonces,
¿por qué el jardín del vecino es más verde? La respuesta es muy sencilla si nos
fijamos en qué alta estima se tiene nuestro vecino del norte, con sólo ver una película
“hollywoodense” podremos notar cómo siempre son la última resistencia/esperanza
de la humanidad, los defensores de los derechos humanos y quienes no dudan en
invadir un país con el fin último de salvaguardar la democracia de sus habitantes –aunque ellos nunca lo
hayan pedido.
En
cambio, nuestros héroes se matan entre ellos en busca del poder o al final
pierden, y no sólo con ello la vida –aunque claro, siempre de manera “patriótica”. Mientras sigamos regocijándonos con haber vencido a los franceses –que por
aquél entonces era el ejército más poderoso– en la batalla de Puebla, sin
importarnos que al final ellos ganaron la guerra y nos impusieron un emperador,
me temo que el vecino seguirá teniendo el jardín más verde.
Benito
Juárez dijo alguna vez: “México no necesita pasado, necesita presente”. Nuestro
vecino tiene un mejor jardín que el nuestro porque no viven de su pasado, ellos
son el presente. Crean modas, tendencias, son innovadores. Mientras tanto,
nosotros seguimos culpándonos los unos a los otros de que aquél árbol no de
fruto o de que hace semana y media nadie riega aquel helecho. Si en lugar de
buscar responsables, lo resolviéramos nosotros, otro jardín tendríamos. Al
final del día tenemos el gobierno que nos merecemos.
Dime,
¿con qué jardín sueñas mexicano?
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